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14/01/2021En estos momentos en que la cuarentena domiciliaria es una realidad en nuestra sociedad que cada día vemos “más cercano”, nuestro piso no iba a ser una excepción. Como unidad de convivencia que son, tras detectarse un primer caso positivo de COVID-19, se realizó el aislamiento y se activó el protocolo que desde Salud Publica se nos indicó. Esto supuso para ellos un fuerte impacto emocional sumado a la situación personal de cada uno.
Desde el primer momento se les confinó a todos en el piso. Los que habían dado positivo, en sus habitaciones; mientras que los que estaban a la espera de la realización de la PCR, podían estar en los espacios comunes de la casa, pero siempre con uso de mascarilla.
Mientras tanto, las educadoras también hicimos cuarentena domiciliaria por contacto estrecho, aunque por suerte para la organización del piso, no las tres al mismo tiempo. Esto hizo que, aunque tuviéramos muy poca presencia en el piso, pudiéramos acompañarlos esas semanas en sus necesidades más básicas como: hacer la compra, tirar la basura, comprar medicamentos, y por otra parte, realizábamos videollamadas diarias en las que veíamos cómo se encontraban, compartíamos nuestras emociones y nos distraíamos juntos.
Aunque por nuestra experiencia laboral estábamos acostumbradas a enfrentarnos a múltiples realidades, esta situación nos pilló de sorpresa: garantizar la salud de los chicos y la nuestra, avisar a las personas de contacto, coordinarnos con el centro de salud, etc., supuso un esfuerzo y un aprendizaje nuevo para el equipo educativo.
A pesar de todo, la parte positiva fue la auténtica implicación de los chicos por cuidar y atender a sus compañeros. Dos semanas donde no había momento para riñas ni roces convivenciales, sino al contrario, los seis jóvenes demostraron con su actitud, ser ejemplo de responsabilidad, dedicación y servicio. Entre ellos, se organizaron para realizar turnos de comidas y para atender las necesidades de sus compañeros aislados. Ante cualquier necesidad que tuvieran, siempre había un compañero dispuesto a ayudar y hacer más fácil la convivencia.
Por supuesto, no fue una situación agradable, pero sería injusto decir que no trajo buenos aprendizajes y recuerdos de los que podemos sentirnos orgullosos como unidad de convivencia.