
«Basta que seáis jóvenes…» entrevista a Allyson
NN.AA, participante, vulnerable, inmigrante, emancipado/a, tutelado/a, institucionalizado/a, usuario/a, adolescente, migrante, destinatario, expediente, caso… aquí va una muestra de algunas de las palabras que utilizamos en nuestro trabajo para referirnos a los chicos y chicas que vienen a nuestros centros.
Son palabras que se han ido introduciendo en nuestro lenguaje laboral, sobre todo en el lenguaje escrito, muchas veces promovidas por alguna normativa o legislación, por el tipo de recurso al que asisten, por financiadores o incluso bases de datos… y nosotros las utilizamos en nuestras memorias, programaciones, informes… o cuando hablamos de ellos en entornos profesionales: reuniones, encuentros, formaciones, etc.
Seguramente esto debe seguir siendo así, porque estas palabras cumplen muchas veces una función descriptiva que, como profesionales, nos ayuda a situarnos, a identificar posibles necesidades, a intervenir más ágilmente ante determinadas situaciones e incluso a comprender mejor las circunstancias que acompañan la vida de ese o esa joven. No obstante, un profesional de cualquier plataforma salesiana debe considerar una riqueza poder mirar a nuestros jóvenes desde aquello que son en esencia, y que los hace personas preferentes para nosotros y nuestros proyectos.
Con motivo del primer aniversario de la llegada a España de una joven de nuestro centro, me he dado a mí mismo el gustazo de pasar un rato hablando con una joven de nuestro centro. Bajo el formato de una entrevista, os presento esta entrevista, que es una doble experiencia. Experiencia para mí, que me ha permitido tener esa mirada a la esencia de la persona, y a escuchar sin etiquetas previas, y experiencia para Allyson, que voluntariamente ha accedido a mirar hacia su pasado y su interior, y, sobre todo, a compartirlo con todos los que la leeremos esta publicación:
P (pregunta)Completa esta frase: “Allyson es una joven…”
R (respuesta): Alegre, capaz de hacer lo que se propone, que afronta sus problemas sin llamar la atención de nadie.
P-Allyson actualmente se siente…
R-Feliz. Por momentos me viene la tristeza cuando recuerdo a mi familia, pero ahora ya me siento más feliz que triste.
P-Allyson sueña con…
R-¡Ufff! Ser una peluquera y maquilladora profesional.
P-Cuéntame un poco de dónde vienes. Si nos retrotraemos en el tiempo 2-3 años, ¿quién era Allyson para todos los que la querían allá en Honduras?
R-Pues ..¿yo? Yo era la niña de la casa. El ojito derecho de mi abuela. Al ser la menor de todos los que vivíamos ahí estaba muy sobreprotegida. Nada malo me podía ocurrir a mí. Crecí en medio de mis tías, y no las veía como tías, las veía como hermanas. Crecí con ellas y me han cuidado demasiado.
P- ¿De esta sobre protección te das cuenta aquí o ya te dabas cuenta cuando convivías con ellas?
R- Ya me daba cuenta, pero estaba muy cómoda.
P-¿Crees que eso te ha podido influir negativamente?
R- Yo creo que el hecho de que me hayan protegido demasiado me afecta en que ahora veo que me cuesta mucho relacionarme, acercarme a las personas… me da miedo. Me protegían además en un país donde hay mucha inseguridad. Donde si una niña sale a malas horas, no sabe bien si va a regresar.
P- Esa chica hondureña que nos estás describiendo ¿de qué tenía lleno el corazón?
R- Estaba lleno de cariño recibido por la gente de casa. Sobre todo mi abuela y mi tío, que ha sido un padre para mí.
P.- Aparece la posibilidad de tener que emigrar a España. ¿Cómo recibes esa primera noticia?
R- Pues me lo dice mi madre, que en ese momento estaba en España, y me siento muy mal. Me dice que en 3 meses o así ella viene a por mí, y que me he de preparar.
P.- ¿Por qué tu madre toma esa decisión?
R.- Sobre todo por los estudios. Allá (en Honduras) yo no estudiaba porque al entrar la pandemia, y las clases pasar a ser online, me lo dejé… si ya me costaba cuando era presencial, con eso ya no pude, y me lo dejé.
(silencio) Te voy a ser sincera, yo me salí (del colegio) una semana antes de que comenzara el confinamiento. Decidí no ir más por problemas. Allá los educadores no hacen nada. Tú te apañas de la puerta para fuera y yo tenía problemas con algunas compañeras. Para evitar esos problemas y buscando seguridad decidí no ir más a clase. Luego ya empezó la cuarentena que duró dos años y ya me quedé fuera. Además de todo, a mí lo que hacía no me motivaba para nada.
P.- Cuando tu madre te llama para decirte que ya es momento de viajar, ¿qué sientes en ese momento?
R.- Pues siento miedo. Siento miedo de viajar a un sitio que no conozco, dejar mi país al que estoy acostumbrada y miedo de estar en un sitio donde no conozco a otra persona que no sea mi madre.
P.- ¿Preguntaste o te informaste de alguna manera de aquello que te ibas a encontrar?
R.- Sólo a mi madre. Mi madre me decía que aquí (España) las personas son más tranquilas, que no iba a faltarme nada. De momento esto me tranquilizaba pero… luego me venía el pensamiento de que tenía que dejar todo lo de aquí, porque además… yo no estaba acostumbrada a vivir con mi madre.
P.- ¿Cuánto tiempo llevabas sin vivir con tu madre?
R.- Unos 5 años, pero antes no había vivido con ella sola. Siempre habían estado mi abuela, mi tío y la hermana pequeña de mi mamá, pero mi madre siempre había estado trabajando. Unos años antes de venirse para España ella sí que estuvo viviendo en una casa propia, pero como ella pasaba mucho tiempo trabajando y no nos veíamos apenas, preferí quedarme con mi abuela y mis tías. Entonces ella era la que venía a verme cuando volvía de trabajar, aunque era poco tiempo. En ese momento no tenía una relación buena con mi madre. Lo veía todo con ojos de adolescente. Yo pensaba que, quizá por la edad y lo caprichoso de la mente, pensaba que mi madre no me quería… aunque… por otro lado le tenia respeto. Su carácter se imponía, aunque nos viéramos poco. Con una mirada suya… yo ya sabía lo que había.
P.- Llega el momento de coger el avión… ¿De quién o de qué te cuesta más despedirte?
R.- Pues, mi abuela es la persona a la que más me dolía dejar. A ella también le dolía mucho. Y mi tío, no quiso ni venir al aeropuerto…. También mi primito y un perro que yo le tenía mucho cariño…pero realmente, de lo demás, sentía que nada me ataba a Honduras. No dejaba nada a medias. No tenía amigos íntimos ni amores. Me dolió sólo mi familia.
P.- ¿Qué esperabas encontrarte aquí?
R.- Pensaba que me iban a discriminar y a hacer sentir rechazada… pero me encontré con el centro y las personas que ahí trabajan…
P.- Háblame de tus primeros momentos en Torrent, una vez estás con tu madre.
R.- Lo primero es acomodarme a las horas. Lo pasé mal con el horario y el sueño, porque hay diferencia con Honduras. Una semana más o menos me costó. Luego, pasando esa semana, me toca ya venir al centro y tuve que tomarme melatonina, para aliviar el sueño, porque quería darlo todo en la peluquería… y la verdad es que me acoplé enseguida aunque llegué cuando ya se conocían todos y llevaban meses de clase.
P.- ¿Qué cosas te sorprendieron para bien y qué cosas te sorprendieron para mal una vez aquí?
R.- Lo que más, para bien, la seguridad. Tú aquí puedes salir a la calle y sabes que no te va a pasar nada. Eso allá es imposible. Es muy peligroso.
P.- ¿Te hubiera gustado que te hubieran protegido menos en tu casa, allá en Honduras? ¿Qué te hubieran dejado algo más de libertad? ¿o crees que te hicieron bien?
R.- Yo creo que sí que me hicieron bien. Yo cuando era pequeña era muy caprichosa, quería salir, andar con novios… y creo que la protección era con motivo. Eso me hizo luego tener miedo a acercarme, relacionarme… Conocer a una persona para ser amigos simplemente me daba pánico, por si me iba a fallar. Tuve una experiencia muy negativa siendo una niña que hasta años después no he podido empezar a superar. Eso me hace tener mucho miedo a las relaciones con chicos.
P.- ¿Qué es lo que más valoras que han hecho por ti los profesionales de este centro?
R.- Lo que más valoro es que no me hayan tratado como una extranjera, sino como una joven más de aquí, de entre ustedes. Como una persona. Y valoro que a todos nos tratan igual, sin preferencias. Y eso me gusta.
P.- Ilusiones, sueños, preocupaciones de Allyson, ahora que va a hacer un año en España.
R.- Ahora quiero hacer algo más que sólo peluquería. Eso me gusta pero quiero algo más, otra carrera, otros estudios. Todavía no lo tengo en mente pero quiero hacer más cosas. De pequeña decía que me gustaría ser médico forense, y… aunque me da aún pánico la sangre.
Buscar un trabajo, seguir con el estudio hasta lo más que pueda. Me planteo un grado medio de peluquería. En Honduras me gustaba ya, y en casa tenía algunas cosas para práctica de estética pero acá me dieron el empujoncito que me hacía falta para que me guste formarme.
P.- Allyson, ¿cómo crees que sería ahora tu vida si no hubieras venido a España?
R.- Yo creo que hubiese seguido igual, hubiera vuelto a no estudiar, a no hacer nada… de todas maneras no me planteo el futuro si no es en España. Sólo me ata a Honduras mi abuela.
P.- ¿Crees que te ha hecho bien el venir aquí, salir de tu entorno?
R.- He experimentado muchas cosas. Me siento más libre. He visto que tengo capacidades para preparar mi futuro. Creo que he ganado una madre, porque ahora tengo una relación mucho mejor con ella. Le cuento todo, nos apoyamos mucho.
P.- ¿Has visto más hondureños desde que estás aquí?
R.- Pues en el día a día no, pero hace unos meses hubo en Valencia un carnaval y estaba repleto de hondureños. Tuve una gran sensación de volver a estar entre hondureños, la cultura, la música…
P.-¿Qué sientes cuando ves un país como el tuyo, que se queda sin gente joven como tú, que tuvisteis que marchar?
R.- Siento tristeza por los niños que crecen en Honduras Los líderes no son personas justas, la inseguridad y el miedo a perder la vida es común y alcanza a todos. Mi único motivo para volver a Honduras ahora mismo sería mi abuela. Otros chicos y chicas quizá no tengan ni un motivo así para querer volver. Veo las noticias y no quiero ni abrirlas. Desde que estoy en España ha muerto gente que conocía ahí. La inseguridad es increíble.
La vida ahí no vale nada. Hay gente como yo y como otros muchos chicos, que tenemos anhelos, somos válidas y le metemos empeño a las cosas pese a la juventud, pero no podemos hacer nada. Yo tengo muchas compañeras del grado del que me salí… hay unas que estaban trabajando… pero les ha tocado salir de honduras porque no se puede hacer nada, no se puede progresar ni vivir en paz. Otras han tenido bebés demasiado pronto… Por eso yo agradezco tanto a mis tíos por siempre el que me hayan protegido de todas esas cosas, hasta que yo tuviera cierta madurez y supiera lo que me hace daño y lo que no.
P.- Ahora que conoces gente de tu edad por el centro y las clases, y ves chicos y chicas que quizá no aprovechan el curso, ¿qué piensas?
R.- Pues al principio lo veía fatal. Me superaba ver a alguien que en clase no se comportaba o no lo daba todo. A mí me interesa mucho estudiar y no entiendo esos comportamientos… el tiempo pasa y hemos de aprovechar estos momentos. La vida sólo es una y tenemos que aprovechar.
P.- ¿Según tú cuales son los principales problemas que tienen los chicos y chicas de aquí?
Creo que se les da demasiada libertad de pequeños, y que falta por parte de los padres más poder para corregir y para poner normas. Luego cuando eres más mayor esto te perjudica.
Hasta aquí el encuentro con esta joven. Un verdadero placer.
Educador@, acércate a mirar a l@s jóvenes, no te van a defraudar.
Pablo Planells | Director Centro de Día Laura Vicuña MISL