Formación de nueva contratación
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20/01/2023En este artículo, pretendo hablar un poco del ambiente típico de esta época del curso en el Centro de Atención Diurna Laura Vicuña. Pretendo mostrar cómo los alumnos viven su día a día en el centro y cómo están lidiando con las dificultades que enfrentan en su camino para vivir más integrados en sociedad. No sabía cómo abordar este tema, así que he decidido ilustrarlo con un ejemplo que bien podría ser el de cualquier persona que pasa por el recurso. Usando generalidades y pensando que nadie se pueda sentir señalado, pero sí identificado.
Me gustaría que imaginarais a un alumno o alumna del Módulo de Inserción Sociolaboral del Centro de Atención Diurna Laura Vicuña. A sus 16 años, llega al centro con una historia difícil, su familia está desestructurada, un hecho que ya a los adultos nos cuesta manejar, así que seguramente este afectando a su comportamiento. Por otra parte, ha cometido errores en el pasado que le han costado la confianza de sus padres y la pérdida de amistades. Además, su único refugio es el móvil y las redes sociales. No tiene rutinas establecidas, y no tiene interiorizados procesos de habilidades sociales y hábitos.
Sin embargo, a pesar de todos estos desafíos, esta persona responde con determinación y se presenta cada día en el centro con ganas de aprender. A medida que pasa el tiempo, comienza a establecer rutinas y a dejar atrás su dependencia al móvil. También comienza a recuperar la confianza en sí misma y en sus habilidades.
Pero su camino no es fácil, ya que muchas veces se enfrenta a una realidad que se le pone difícil, y a gente externa con actitudes que le envían el mensaje de que no vale y que no puede. Ya que le juzgan con dureza. Esta persona sabe que es buena, que en algún momento quiso superarse, que es inteligente, pero lo ha olvidado. Peor, se lo han hecho olvidar, y todo porque cometió errores en su etapa adolescente. Además, no ha superado algunos duelos personales, lo que le dificulta aún más su proceso de retomar las riendas de su vida.
Cada año a comienzo de curso, llegan al módulo de Inserción Sociolaboral del Centro de Atención Diurna Laura Vicuña 90 jóvenes, noventa historias diferentes, pero muy parecidas al ejemplo con el que he comenzado.
El primer trimestre, supone para ellos un período de adaptación radical, están desentrenados en el ámbito académico y social. No tienen una hora concreta para despertarse por las mañanas, han perdido el hábito de escribir, de sumar, de restar, comer cada día a una hora, etc. Estos jóvenes muchas veces han olvidado incluso que para pedir algo con amabilidad basta con utilizar un por favor.
Siguiendo con el ejemplo inicial, es probable que este joven o esta joven se haya sentido triste y ansiosa durante las Navidades, ya que las celebraciones han sido diferentes a lo que está acostumbrada y no podrá pasar tanto tiempo con su familia. Sin la distracción de la rutina diaria y la interacción social, se le presenta más tiempo para pensar en sus problemas y en sus dificultades. Sin poder poner solución a ellos, es probable que se sienta aún más abrumada. Esto afecta a la continuidad de los chicos y chicas. Por eso estos días incidimos mucho en que hagan memoria de como empezaron, lo que han conseguido y lo que les queda para acabar con éxito el año.
Por último, lanzar un mensaje al alumnado y también a sus padres y madres, estamos muy orgullosos del esfuerzo y dedicación que hacen los jóvenes en el módulo de Inserción Sociolaboral. Alguno no conseguirá entrar en el grado medio, o tendrá que repetir curso, pero aquellos que lleguen hasta el final del año deben saber que todo el esfuerzo y el trabajo duro que han puesto en la formación básica y en el taller habrá valido la pena. Recordemos que en la educación no solo se trata de obtener un título, también se trata de aprender de uno mismo y crecer como persona.