Administrar y gestionar para la misión de «acompañar y empoderar»
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29/11/2024Soy educadora social desde hace 23 años, un tiempo que ha sido testigo de mi constante aprendizaje y crecimiento, tanto profesional como personal. Desde que comencé mi camino en esta profesión, siempre tuve claro que mi labor iba más allá de un simple trabajo: era una vocación, un propósito que me llevaba a acompañar y a ser testigo de la transformación de la vida de los demás. Hoy, miro atrás y me doy cuenta de lo afortunada que he sido y soy.
Mi historia con la Fundación comenzó de una manera muy natural. En septiembre de 2013, comencé como voluntaria en los Grupos Amigo, acompañando a los chicos y chicas del proyecto de atención socioeducativa. Aunque había oído hablar del centro y ya conocía el carisma salesiano, mi relación con la Fundación en ese momento era apenas una semilla en proceso de germinación. Fue en ese tiempo cuando empecé a conocer más de cerca el carisma que impregna cada acción en la Fundación, ese enfoque cercano y profundamente humano que es testigo de la transformación de las vidas de las personas que se acercan a nuestra casa. Antes de esto, tuve la suerte de vivir experiencias que me acercaron a este mundo, como mi participación en el tiempo interior en Cantabria y en los encuentros en Valdoco y Mornesse, donde me invitaron a compartir momentos de reflexión y oración.
Al principio, conocía la figura de Don Bosco, pero no la de Maín, cuya figura sería clave en mi proceso personal y profesional. Fue casi sin darme cuenta de que lo que empezó como un voluntariado terminó transformándose en un trabajo formal cuando el 22 de enero de 2014 recibí una oferta que acepté sin pensarlo demasiado. En ese momento no sabía lo significativo que sería para mí este día, ni cómo marcaría mi vida profesional.
Posteriormente, descubrí la figura de Laura Vicuña, quien, con su valentía y fe, se convirtió en un referente para mí, un ejemplo de lo que significa vivir y compartir el carisma salesiano.
Después de tomar la decisión de dejar mi trabajo anterior y unirme a la Fundación, poco a poco me fui dando cuenta de que la forma en que mis compañeros y compañeras intervenían con los jóvenes, la manera en que vivían el carisma encajaba perfectamente con lo que siempre había sentido en mi vocación como educadora. Fue entonces cuando, sencillamente, “hice click”. Esta fundación no solo estaba alineada con mi manera de entender el acompañamiento, sino que también me ofrecía la posibilidad de seguir descubriendo y viviendo una vocación que me hacía sentir profundamente realizada.
Han pasado ya 10 años y medio desde ese momento y mi camino dentro de la Fundación ha sido, sin duda, una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. He tenido la oportunidad de conocer diferentes proyectos, como el acompañamiento a los jóvenes de CADACE, donde fui tutora del grupo de mayores durante varios años. En este tiempo, tuve el privilegio de acompañar a los chicos en momentos muy importantes de sus vidas, orientándolos, apoyándolos y realizando mediación familiar para ayudarles a superar los obstáculos que encontraban en su camino.
Más adelante, comencé a formar parte del proyecto de empleo, donde acompañé a personas vinculadas a la Fundación en su proceso de inserción sociolaboral. Esta labor me permitió tener un impacto directo en la vida de las personas, ayudándoles a abrir nuevas puertas en el mundo laboral.
Otra de mis funciones en el equipo de empleo es gestionar los cursos de formación conveniados con empresas, que son oportunidades reales de empleo. Estos cursos pueden transformar vidas, y tener la oportunidad de facilitarles acceso a estas oportunidades es, para mí, una de las partes más gratificantes de mi labor.
Hoy en día, además de estar en el proyecto Empléate, soy la orientadora en el proyecto CADILS, donde acompaño a los jóvenes de entre 16 y 21 años. Mi labor como orientadora en este proyecto es una de las que más valoro, ya que, gracias a ser la responsable de la formación y orientación laboral, una asignatura que, para muchos de ellos, es un desafío, me da también la oportunidad de conocer a todos los chicos y chicas que forman parte de los programas formativos y de esta forma poder compartir experiencias y aprender de cada uno de ellos
Mi objetivo con la asignatura de formación y orientación laboral es claro: empoderarlos en su búsqueda de empleo, transmitirles conocimientos y habilidades que les permitan superar las desigualdades del mundo laboral. Creo firmemente que, cuanta menos formación tienen y menos recursos disponen, más expuestos están a que puedan aprovecharse de ellos en el trabajo. Por eso, trato de dotarlos de herramientas que les permitan defenderse y tomar decisiones informadas.
A lo largo de estos años, he sido testigo del crecimiento de muchos de estos jóvenes. Ver cómo van madurando, tomando decisiones por sí mismos y avanzando en su camino hacia la madurez es un regalo inmenso. Siempre les digo que soy como una caja de herramientas o una brújula que les muestra diferentes caminos. A partir de ahí, mi tarea es acompañarlos y escucharlos, guiándolos en sus dudas y en sus procesos de cambio.
Mi corazón está lleno de gratitud por la vocación que me ha guiado hasta aquí y por poder seguir la estela de Don Bosco y Maín, quienes, a su vez, siguieron la estela de Jesús, ayudando a los jóvenes a descubrir el tesoro precioso que llevan dentro. Cada joven tiene un potencial único, y acompañarlos con ternura, ayudándolos a ver lo valiosos que son, es una de las misiones más bellas y profundas que puedo realizar.
Hoy, miro atrás y me doy cuenta de lo afortunada que soy de haber encontrado mi lugar en este proyecto, de poder seguir el camino de aquellos que, con dedicación y amor, fueron testigos de la transformación de tantas vidas antes que yo. Y me siento, con humildad y alegría, agradecida por poder aportar mi grano de arena en este hermoso trabajo, por ayudar a los jóvenes a descubrir el precioso valor que tienen y a construir un futuro mejor.
PEPA SALCEDO