
Ambient de festa i familiaritat per Don Bosco!
29/01/2025
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31/01/2025Mi andadura en el centro comienza en septiembre de 2011. Todo arrancó con una llamada del paro. Desconocía la existencia del centro y no había tenido contacto con el mundo salesiano, si bien conocía gente que había estudiado en los diferentes colegios que tienen en Valencia o que acudían como animadores o animadoras al centro juvenil.
Empecé siendo tutora de uno de los dos grupos de apoyo convivencial que existía en ese momento, además, se me ofreció ser tutora de un TFIL de electricidad. Y como todo principio, me generó dudas e inseguridades porque me había dedicado a trabajar con adultos o con niños, pero nunca con adolescentes y esto me parecía un gran reto.
Poco a poco, fui conociendo la pedagogía salesiana y vi cómo encajaba con mi manera de entender la vida y la educación, por lo que sentí que era mi lugar.
En estos años, me llevé un montón de aprendizajes que me enriquecieron como persona, y es que el ritmo del centro ofrecía muchas actividades en las que ibas especializándote: un día tocaba circo, otro, teatro, el siguiente, manualidades… Además de realizar el seguimiento educativo y social de jóvenes manteniendo entrevistas con colegios e institutos y entrevistas con familias o Servicios Sociales para realizar una mejor intervención.
Poco a poco, comencé a compaginar mi labor de tutora con las clases en los grupos de Inserción Sociolaboral (PFCB por la mañana), siendo el tándem (profesora de Matemáticas y Naturales) y llevando una de las optativas.
Actualmente, soy tutora del PFCB de Comercio, donde trabajamos con jóvenes de 16 a 23 años ofreciéndoles una formación profesional que les ayude en su reinserción sociolaboral. Por otro lado, he comenzado también a dar clases de castellano a personas adultas de diferentes nacionalidades.
En estos años, he visto crecer el centro y cómo ha ido cambiando sin perder su esencia ni su misión, todas aquellas personas que se acercan al centro en búsqueda de formación o escucha encuentran en nosotros y nosotras una mano amiga dispuesta a ayudarle a sobrellevar sus momentos de vulnerabilidad.
Para mí, lo mejor del centro es el equipo educativo, todos y todas los y las profesionales nos creemos este trabajo y apostamos por cada joven, mujer u hombre que acude a nosotros ante cualquier necesidad formativa, personal o social.
Lo más bonito de mi trabajo es ver crecer a cada chaval, verlo conseguir sus metas y sueños y como vuelven a buscarte para compartirlo contigo.
No todo este camino ha sido fácil, pero siempre he tenido a mis compañeros y compañeras en los momentos de dudas o más difíciles… porque acompañar vidas es nuestra misión, pero quien cuida al que acompaña es aquel compañero o aquella compañera con quien compartes esta bonita profesión.
Porque sí, tengo la profesión más bonita del mundo.