La Falla de los 150 años
20/03/2022Acompañar y renovarse: una actitud enriquecedora
24/03/2022Entre la tendencia que tienen algunas personas a negar la importancia de los días dedicados a un tema y el miedo razonable a que aquello que nos preocupa se normalice hasta perder su importancia y a que deje de producir alguna reacción en la multitud, se encuentra la fina y resistente línea de lo imprescindible que es la visibilización de injusticias que sufren muchos colectivos en este mundo.
Visto desde la vertiente optimista, la lucha para conseguir mejorar las condiciones humanas en todos los aspectos le da sentido a nuestra trayectoria vital; aunque en ocasiones nos sentimos abrumadas por la cantidad irracional de injusticia, ignorancia y violencia ejercida contra personas por el simple hecho de proceder de una zona geográfica o tener un color de piel determinado. Aspectos que sin duda alguna no fueron escogidos por estas personas, y por ello, no deben ser, bajo ningún concepto, un criterio de evaluación o calificación de ellas.
El día 21 de marzo es el día Internacional de la eliminación de la discriminación racial, y es una gran oportunidad para arrojar luz y visibilizar las injurias y los daños que hoy en día sufren las personas racializadas en el mundo entero. También es una oportunidad para enseñar a todas las personas la cantidad de buenas acciones que se llevan a cabo a título individual y/o colectivo con el objetivo de reconstruir un mundo justo, lleno de bondad y hermandad.
No cabe duda que conociendo los principios de una causa logramos descifrar su presente e incluso prevenir su futuro de la manera que más convenga a los valores de nuestra lucha. La pérdida de 69 manifestantes pacíficos sudafricanos, su vida a manos de policías en 21 de marzo 1960 o el asesinato de George Floyd el 25 de mayo de 2020 en Estados Unidos; son sin duda algunas de las razones por las cuales la lucha antirracista se hace necesaria en todo el mundo. Son hechos que causan y dan sentido a la vez a acciones humanitarias que su objetivo principal es concienciar y erradicar la plaga de la discriminación racial que continuamente se alimenta de la supremacía que algunas personas o culturas creen tener sobre otras.
Este artículo no es una acción de antirracismo performativo, cuyo objetivo inconsciente es quedarse bien y alardear lo bien que lo hacemos como entidad que trabaja con personas migradas y colectivos vulnerables. Concretamente, es una muestra más de tantas obras y actuaciones que se llevan a cabo desde la Fundación María Auxiliadora para concienciar y reeducar desde y en la diferencia, afirmando continuamente su misión y visión de un mundo sin violencia. Creemos en el cambio y en que lo diferente suma y por eso trabajamos incesantemente para dar respuesta a una de las grandes necesidades de la época. A lo largo del año, se llevan a cabo actividades de sensibilización social, para promover la educación en valores y la divulgación de una convivencia sana, generando un espacio acogedor donde todas las nacionalidades se sientan cómodas y respetadas en sus diferencias.
De un total de 28 actividades que se realizaron en 2021, destaca la Semana Intercultural como una gran oportunidad de descubrir las riquezas culturales que forman parte de nuestra sociedad. Estas iniciativas de intercambio cultural generan vínculos entre el vecindario de un mismo barrio y nos hacen dar cuenta, cada vez más, de la utilidad de estos espacios y el poder que tienen en la creación de una comunidad plural que nos engloba bajo su gran paraguas de diversidad.
También en este artículo escrito, mientras miro observadora al alumnado de primaria jugando en el patio de su colegio, me gustaría cuestionar la poca conciencia humana y su intransigencia en cuanto a no darse cuenta de lo mucho que nos une y lo poco que nos separa como raza humana que somos. En el patio del colegio de Salesianas de Terrassa se ven muchas caras, colores de piel y cuerpos diferentes. Pero las emociones que experimentan estas personas son iguales. Y las etapas de negación, enfado y aceptación de las proyecciones exteriores son las mismas, aunque pasen en diferentes momentos. Y es cuando me pregunto: ¿qué se necesita más que una pandemia mundial, una guerra brutal y un cambio climático global para darse cuenta de que estamos más unidas de lo que pensamos y abrirnos a nuestras pequeñas diferencias, aprendiendo de ellas y complementándonos unas a otras llegando solo así a la supuesta perfección tan deseada por todas?
Imane Chmarkh | Educadora de la FdMA Terrassa